La culpa es una emoción tóxica
El sentimiento de culpa es habitual en nuestras vidas. ¿Quién no ha sentido culpa alguna vez? Y es razonable que así sea en una cultura que emplea el premio y el castigo para socializar y mantener el orden. Sin embargo, la culpa no es la estrategia adecuada para avanzar y crecer; pues si bien aporta beneficios secundarios presenta también perjuicios concretos.
En nuestra cultura, el castigo sirve para pagar por los errores, las malas acciones o inacciones, etc, y así obtener el perdón y volver a la normalidad de nuestras vidas. Por ello, sentirse culpable puede vivirse como un castigo que hay que pagar tras una mala acción o tras saltarse uno de los muchos “debería de…” también tan habituales en nuestra cotidianeidad social, familiar, laboral y personal.
Así pues, la lógica de la autoinculpación es que si me siento francamente mal por lo que hice o por lo que dejé de hacer, ya no he de reparar el daño o cambiar la situación. Existe la creencia de que si sufro lo suficiente puedo ser perdonado o liberado de una carga, pues sufrir ya es suficiente castigo. Sin embargo, esa pasividad sufriente no arregla el problema; aunque ni siquiera tengo que darme cuenta porque estoy muy ocupado en ese bucle de sufrimiento y penitencia.
Si hemos aprendido a sentirnos culpables,
también podemos aprender a vivir sin
culpa.
Conferencia el día 20 de septiembre.
18:30 P. M.
C/ Andreu Feliu 20
C.P. 07010
Palma, Mallorca