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Introducción

Mi respuesta es mi opinión personal, pues yo aún no estoy seguro de qué significa todo esto en detalle. Sin embargo, creo que podemos concluir algunas cosas a la luz de la Biblia. Considerando que es un evento único en la historia del mundo y del cristianismo, pienso que se tiene que tomar en serio, porque Jesús nos exhorta a observar señales. Creo que esta señal es tan fuerte que nadie debería pensar que, tras haber pasado la crisis, todo puede volver a la normalidad de antes. Esta crisis y sus consecuencias exigen cambios de paradigmas respecto a la finalidad que persigue la iglesia.

Este virus está uniendo al mundo de una manera antes no conocida. Esta unidad, por el momento, se debe al supuesto peligro que presenta. A pesar de que todos los científicos aseguran que no es más peligroso que la influenza o gripe, se ha creado un escenario de pánico que exige una actuación unida de todo el mundo. Espero equivocarme, pero puede que sea el inicio de una unidad que un día se podrá emplear en contra de la iglesia. Una de las señales claras de la inminente venida del Señor no se ha cumplido: «y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre» (Mateo 24:9).

El mundo, en este tiempo en particular, pero también durante los últimos dos años, ha estado desarrollando «una conciencia de unidad que está en peligro». Los movimientos ecologistas, en especial los de Friday for Future (Viernes para un futuro), han hecho ver al mundo que no podrá seguir viviendo como lo ha hecho. Todos están en peligro de perder los avances, pocos o muchos, que se han obtenido en las últimas décadas.

Hoy el enemigo común es un virus, mañana podrá ser cualquier grupo que no esté dispuesto a someterse a lo que la unidad mundial exija como comportamiento. Está bien claro que la iglesia no podrá aceptar en forma permanente que se le prohíba reunirse. La fe cristiana es una fe colectiva y no privada. Llegará el momento de practicar la desobediencia civil, la cual muchas generaciones de cristianos ya han tenido que practicar para hacer avanzar el evangelio en su localidad y su tiempo. Este puede ser el momento en que todo el mundo «aborrezca» a los cristianos.

La debilidad de la iglesia presente

Si este virus viene del diablo, o de hombres malignos, o incluso de Dios, realmente no importa. Nuestra atención no debería enfocarse en el análisis del mal, sino en las respuestas que la Palabra de Dios nos da. El problema del cristiano nunca ha sido el tamaño y la fuerza de sus adversidades, sino las deficiencias en su relación personal con Dios. Las razones para la debilidad que muchos cristianos sienten pueden ser varias:

1. Su negligencia personal en cultivar su relación con Dios.

2. Ignorancia en cuanto a la Biblia.

3. Liderazgos que no nos enseñaron «todo el consejo» de Dios.

4. Paradigmas que crearon dependencias malsanas.

1. El hecho de que la situación mandara a todos los cristianos a limitar la práctica de su fe a su casa es una oportunidad maravillosa de evaluar la calidad de esta fe. Sabemos que las reuniones de la iglesia tienen muchos beneficios, pero también deberíamos ser conscientes de que muchos hermanitos «se esconden» en el grupo. Cara vemos, corazón, no sabemos. El énfasis excesivo en las reuniones y cultos de la iglesia puede crear la situación de que algunos cristianos vivan dos vidas: una en la iglesia, otra en la casa. Si no hay armonía en las dos, tendremos el problema de la hipocresía religiosa. Los hermanos que hasta ahora solamente han exhibido su fe en el contexto del culto público se ven desafiados a hacerlo delante de sus cónyuges e hijos. Viviendo en Europa me he dado cuenta de un fenómeno interesante que yo llamaría «fe nominal y fe cultural».

En Alemania existen dos iglesias grandes, la católica y la luterana, donde uno a menudo encuentra a personas que se llaman cristianos, pero que a la vez no creen en las bases fundamentales de la fe cristiana como, por ejemplo, la resurrección de Jesucristo. Se consideran cristianos por haber nacido en sus respectivas iglesias y por haberse socializados en el contexto cultural del cristianismo occidental. Muchos, aunque no creen en el Dios de la Biblia y mucho menos cultivan una relación con Él a nivel personal, sí tienen una relación con su iglesia como institución, e incluso la defienden. Este fenómeno se da frecuentemente cuando las iglesias ya existen por varias generaciones. Sucedió repetidas veces en Israel también, siendo el caso más conocido la generación que siguió al tiempo de Josué: «y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al Señor» (Jueces 2:10). Lamento observar que este desarrollo triste ya se está dando en las iglesias evangélicas también. Hay creyentes que empiezan a tener una relación más fuerte y más comprometida con su iglesia que con Dios.

El espíritu de este desarrollo se manifiesta particularmente cuando se empieza a hablar mal de otras iglesias y denominaciones, a veces hasta el extremo de negarles el ser verdaderos cristianos. Esta crisis nos obliga a practicar nuestra fe en el contexto en el que debería funcionar al máximo: con nuestra familia inmediata. Se nos revelan dependencias malsanas y conceptos que han sustituido nuestra relación personal e íntima con Dios.

2. La Biblia es la Palabra de Dios y no un catálogo del que uno puede sacar lo que más le gusta. He leído preguntas como: «¿Puede un cristiano morir de esta enfermedad?». Creo que es obvio que sí, como de todas las demás enfermedades. Muchos han citado el Salmo 91 como si fuera un seguro. Desafortunadamente, pocos leen las condiciones que revela el versículo 14, y solo se concentran en las promesas de protección absoluta que incluye. Los egoístas no estarán cualificados. El énfasis en los pasajes que prometen victoria, protección, liberación, sanidad y salud ha causado la impresión en algunos de que al cristiano lo único que le tocará vivir es este tipo de experiencia. La Biblia, sin embargo, habla también del «valle de sombra de muerte» (Salmo 23), y «estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos» (Salmo 116:15). En Hebreos 11:36-38 habla de héroes de la fe que fueron «apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada». Jesús no prometió victoria exclusiva a sus seguidores cuando dijo: «En el mundo tendréis aflicción» (Juan 16:33).

Yo creo en la victoria, la protección, la liberación, la sanidad y la salud en Cristo, porque lo he experimentado. Pero no lo creo en forma absoluta. He vivido los dos lados de la medalla y no creo que sea bíblico ni ético acusar a hermanos que no experimentan victorias de falta de fe o de pecados ocultos sin conocer sus vidas. Yo admiro y celebro a los héroes de la fe que testifican de sanidades y milagros como parte normal de sus vidas. Sin embargo, también admiro y celebro a hermanos quienes sufren situaciones muy fuertes y muy dolorosas sin quejarse y con un corazón limpio para con Dios. El evangelio transciende la dimensión de la muerte y nos da una perspectiva más completa de nuestra vida. Un espíritu que solamente enfatiza experiencias supuestamente positivas que tienen que ver con nuestra vida actual siempre estará en peligro de no ver el cuadro completo que incluye la eternidad.

3. ¿Cuáles deben ser las metas que persiguen nuestros líderes en cuanto a nosotros, los miembros? Para mí, las respuestas bíblicas son muy claras: Romanos 8:29; Efesios 4:11-16; o como lo expresa Pablo en Gálatas 4:19: «Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros…». Personalmente creo que el liderazgo tiene que enseñar, equipar y formar a sus miembros de tal manera que puedan actuar como sacerdotes que sirven a Dios y a los hombres de tal manera que el cielo se manifieste en la tierra. La calidad de una iglesia no se mide con cifras que se pueden contar. La cantidad de gente que asiste a las reuniones, o el tamaño y el costo de los edificios, o el dinero que se recoge, o las personas que aceptan a Cristo, dicen muy, muy poco sobre el proceso de formación de Cristo en el creyente. Considerando que esta situación presente llevó al cierre de prácticamente todas las actividades de las iglesias, creo que es una verdadera llamada de atención a los liderazgos para reevaluar sus metas y decisiones respecto al funcionamiento de la iglesia.

Me temo que se está acercando el tiempo de reconocer de verdad que los edificios no son iglesias. Nunca lo han sido, y casi todo líder lo sabe, pero nuestra manera de hablar y nuestra práctica han creado paradigmas que ahora nos costará rectificar. Me han dolido las imágenes de personas que, a nivel mundial, se arrodillan delante de las puertas cerradas de sus iglesias durante esta crisis. ¡Qué triste pensar que Dios habite en edificios de piedra o madera! Todos los que han estudiado la historia de la iglesia saben que su crecimiento más grande casi siempre se ha dado cuando fue perseguida y no tenía la posibilidad de construir edificios. Un movimiento laico de este siglo XXI en China demuestra el poder de la iglesia. El libro T4T (Training for Trainers) relata que un pastor chino inició un movimiento evangelístico en un área rural. Siguiendo un sencillo método de predicar el evangelio y luego fundar iglesias pequeñas, su grupo inicial de once hermanos llegó a fundar más de 158.000 iglesias, ¡bautizando a 1.700.000 de hermanos en diez años! Por último, creo que es tiempo de revolucionar también las finanzas de la iglesia. Se debería invertir el dinero más en personas que en asuntos físicos como edificios, aparatos, etc. En mi opinión, una iglesia que invierte más dinero en cosas materiales que en su personal está persiguiendo fines erróneos. Los edificios se pueden perder o destruir, las personas bien formadas se multiplican.

4. De manera muy personal creo que la iglesia ha estado cayendo en la trampa de enfatizar en exceso determinados aspectos de la fe cristiana con el resultado de crear desequilibrios peligrosos. Voy a mencionar dos, pero antes quiero decir que tengo mucho temor de hablar de esto. Ya no soy pastor de una iglesia y tengo mucho respeto por los hermanos que han aceptado este llamado. No dudo de la sinceridad de mis colegas y de su deseo de procurar lo mejor para el reino de Dios. Sin embargo, también a mí me ha pasado en el pasado querer copiar alguna enseñanza de otros ministerios con tal de hacer un bien a mi congregación. A veces dio fruto, a veces no. Los dos movimientos que he estado observando críticamente en varios países del mundo son:

a. Enfatizar en exceso la reunión pública del domingo como aspecto principal de la fe cristiana.

b. Declarar a la iglesia como el verdadero «hogar» del cristiano.

a.

Cuando los cristianos necesitan su reunión del domingo para «sobrevivir» durante la semana en sus trabajos y en casa, no estamos reflejando el espíritu de victoria que deberíamos tener. Al evaluar la reunión dominical como lo mejor de la semana, desvaloramos las demás actividades. Desde hace tiempo estoy hablando del tema del verdadero culto racional (Romanos 12:1), que debería tomar lugar allá donde estén nuestros cuerpos. Nuestro culto, que es una palabra para describir nuestro servicio en griego, no depende de una ubicación o de un horario. No puedo estar en contra de las reuniones de la iglesia, porque son bíblicas. Lo que critico es crear la consciencia que se necesitan para sobrevivir. En realidad, nuestras reuniones y asambleas, el domingo o entre semana, deberían prepararnos para vencer. Lo he dicho y lo repito aquí: creo que el avivamiento empieza cuando los hermanos están ansiosos de que llegue el lunes. En relación a las reuniones del domingo, necesito también observar que el enfoque ha llegado a ser más el de entretener a los creyentes que desafiarlos al discipulado entregado. Cuando la meta de una reunión cristiana llega a ser que «todos se sientan bien», hemos olvidado algunos aspectos de la Biblia. La pregunta en cuanto al desarrollo de las reuniones, de las del domingo en particular, hoy parece ser principalmente: «¿Qué le gusta a la gente?». ¿Quién pregunta hoy qué le gustará a Dios? Si satisfacer las distintas necesidades de los cristianos o inconversos es la meta principal de la iglesia, estamos en peligro de perseguir fines egoístas. El centro tiene que ser Jesús, sus deseos, sus «necesidades», su voluntad. Lastimosamente, muchas iglesias han terminado sirviéndose a sí mismas, y están lejos de hacer lo que los líderes de Antioquía hacían: «Ministrar a Dios» (Hechos 13:1-4). El énfasis en el entretenimiento, la producción profesional de reuniones bien organizadas y la meta de que la gente, tanto creyentes como inconversos, se sienta bien, puede causar que la comisión bíblica de «hacer discípulos» se esté olvidando. Además de esto, se corre el peligro de que los aspectos serios del evangelio (el pecado, el arrepentimiento, la entrega, la santificación, el sacrificio) se diluyan hasta el punto de desaparecer.

b.

Otro de los movimientos más fuertes en el mundo cristiano de nuestros días ha sido el lema que dice «Bienvenido a casa». Se refieren a la creencia de que la iglesia debe ser el verdadero hogar de los cristianos. Me parece muy interesante constatar que esta crisis esté obligando a todos los cristianos a quedarse en sus (verdaderos) hogares. Claro que la iglesia es la familia de Dios, pero la iglesia no debe, ni puede, sustituir lo que según la creación es el hogar. Aquí se pueden crear paradigmas erróneos. En 1ª Timoteo 3:4-5 se habla de las cualificaciones de un obispo o anciano de la iglesia. Es bien obvio que el pasaje hace una distinción bien clara entre la casa del obispo y su iglesia: «que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)». Las dos son importantes y se necesitan, pero ninguna puede sustituir a la otra. La frase «Bienvenido a casa», o variaciones semejantes, puede causar conflictos innecesarios en la mente del creyente. No debería haber una competencia entre hogar e iglesia. Los que hemos sido pastores sabemos que los problemas verdaderos de la gente se encuentran principalmente en sus  hogares, sus matrimonios y en la relación con los hijos. Desvalorar el hogar por estar dando demasiada importancia a la iglesia no va a ayudar a resolver los problemas. Por esto opino que una de las futuras tareas principales de la iglesia tiene que ser el fortalecer los matrimonios y las familias.

El COVID19 no viene de Dios, pero nos obliga a pasar tiempo en casa de una manera como nunca lo hubiéramos hecho. Recordemos que Dios es el Dios de las familias: «Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra». Conclusión Espero que los liderazgos y las iglesias tengamos el valor de reevaluar nuestras metas, nuestros programas y estrategias antes de volver a funcionar de nuevo. Estamos a tiempo de romper paradigmas que obviamente no merecen ser continuados. Volver a lo de antes no sería sabio. Termino con Eclesiastés 7:10: «No digas: ¿por qué fueron los días pasados mejores que estos? Pues no es sabio que preguntes sobre esto» (LBLA). Como dije al principio, esta es mi opinión.

Autor: Pastor Hans-Claus Ewen. Nací en 9 de enero del 1958 en Ehrang cerca de la ciudad de Trier en Alemania.

Se casé con Teresa Aracely López Herrera el 26 de julio del 1980. Tiene dos hijas – Teresita (1981) y Aline (1984). Las dos son casadas, Teresita con Alex de Guatemala, y Aline con Tim, de Holanda. Tengo una nieta de cinco años, Nahomy, de Teresita & Alex. 

1986-1988 – Estudios con la Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos (FLET). 

1999-2002 – Estudios en el Seminario Teológico Pentecostal Berea en Erzhauen, Alemania. Ordenación como Pastor en marzo del 2002. 

Su primera esposa Teresa se murió el 9 de abril del 2008.

Se caso con Ester su actual esposa en el 2009.

Su páginas de web: Desde hace unos años tiene tres páginas de internet: Alemán – www.Hans-Ewen.de, Español – www.es.hans-ewen.de, Inglés – www.en.hans-ewen.de . Aquí se encuentran mi historia, textos míos y predicaciones en audio y video en Alemán, Inglés y Español.

Canal de YouTube: Vidoes de sus enseñanzas también se pueden ver en YouTube Hans-Claus Ewen. Facebook: En Facebook también tiene tres sitios, en Alemán, Español é Inglés: Hans Ewen en Español Hans Ewen – English Hans-Claus Ewen – Redner für besondere Anlässe

Publicaciones: Wiedergeburt und Geisttaufe, Fromm Verlag (2. Oktober 2014),  ISBN-10: 9783841603531 El Potencial del Nuevo Nacimiento, Música y Letras, ISBN: «978-3-9819407-0-1» El Potencial del Nuevo Nacimiento, Música y Letras, ISBN: «978-3-9819407-1-8» (E-Book) He aquí el hombre – Jesucristo, Música y Letras, ISBN: «978-3-9819407-2-5».

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Gabriel Sandoval Ceron
Gabriel Sandoval Ceron
4 years ago

Yo creo en la iglesia como dice la santa biblia, es el cuerpo de Cristo, Cristo es la cabeza que dirige perfectamente a su iglesia, yo pienso que en lugar de criticar juzgando a la iglesia, cada uno debemos autoexaminarnos y corregir donde nos hallemos faltos. San Pablo advierte «si tu estas firme mira que no caigas» Aasi que nuestro deber es cuidar de nosotros mismos para vivir una cercanía tal con el Señor que no caigamos de la santidad que a él le agrada ver en su iglesia. Los que que no guardan la sana doctrina de Cristo tendrán… Read more »

Emmanuel Fernando Coronado Pando
Emmanuel Fernando Coronado Pando
4 years ago

Extraordinario lo que acabamos de leer yo soy pastor en México y sin duda esto nos está haciendo que nuestra vida sea rediseñanda y no volver a las viejas prácticas

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