La teología de la ternura, un concepto revolucionario que vale la pena describir, entender y aplicar.  Comprender este planteamiento implica comprender inicialmente el significado de teología y luego el de ternura.  En efecto, de acuerdo a lo que escuchado y he leído, la teología es la ciencia que trata lo concerniente a Dios y a la religión.  De acuerdo con Karl Barth, “la teología es la ciencia en la cual la Iglesia, según el estado actual de su conocimiento, expone el contenido de su mensaje, críticamente, esto es, midiéndolo por medio de las Sagradas Escrituras y guiándose por sus Escritos Confesionales” (Roldan, 2007 pág. 27).  Resalto la definición práctica del Pastor y Teólogo, Harold Segura: La teología es una actividad de la fe por la cual buscamos comprender mejor aquello que creemos. Es un esfuerzo humano que nos ayuda a comprender aquello que creemos (razón), afinar aquello en lo que nos comprometemos (ética y misión) y celebrar la fe que confesamos (liturgia).  Bajo las definiciones anteriores el ejercicio de la teología corresponde a las y los teólogos, por consiguiente, son ellas y ellos quienes nos ayudan a dilucidar nuestras dudas respecto a Dios, su quehacer y como interactuar con él.

La ternura como lo expresa Leonardo Boff, “…Ternura no es afeminación ni renuncia de rigor. Es un afecto que, a su manera, nos abre al conocimiento del otro”.  Bajo esta definición puedo decir que la ternura es la manera sana y afectiva en la cual tratamos a las personas; es decir, como sujetos de valor: hijas e hijos hechos a imagen y semejanza de Dios.

La teología de la ternura como es expresado por Harold Segura es un esfuerzo teórico y práctico que hacemos en la comunidad cristiana para tratar de comprender la ternura desde la perspectiva de nuestra fe. En otras palabras, la teología de la ternura no es mas que la práctica del buen trato hacia las personas a la manera de Dios o de la forma que el Señor nos trata a cada uno; como de padre a hijo e hija.  En efecto, la teología de la ternura nos anima a escudriñar las escrituras y a ejercitar nuestra fe a través de nuestra práctica cotidiana del amor, en el trato que damos a nuestros semejantes para influenciar las relaciones sociales, políticas y económicas a la manera de Jesús, líder indiscutible de la práctica de la ternura.