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Fundamentos bíblicos de la familia Por Raúl Armando De La O

La familia como institución, es la única que antecede a la caída del hombre; es decir, ella pertenece al orden de la creación. Por lo tanto, la razón de ser de la familia se origina en la voluntad de su Creador y se expresa en la misma naturaleza humana.

«Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.  Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: fructificad y multiplicaos. Llenad la tierra; y sojuzgadla, enseñoread en los peces del mar, en las aves de los cielos y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.» (Génesis 1:26-28.)

La familia tiene su razón de ser en el desarrollo integral de todos los individuos que la componen. El desarrollo integral de una persona implica, entre otras cosas, la satisfacción de sus necesidades sexuales. Es en este sentido que la familia a través del contexto santo y justo del matrimonio proporciona, para un adulto, el marco adecuado para que el hombre exprese su masculinidad y la mujer su feminidad y, a su vez, para que los hijos comprendan el propósito de su sexualidad mediante el modelo adecuado de los padres (Génesis 1:27, 28).

Otra implicación del desarrollo integral es la satisfacción de las necesidades afectivas (Efesios 6:1-4), intelectuales (Lucas 2:52), materiales (Lucas 2:6-7), espirituales (Lucas 2:52) y relacionales (Lucas 2:21-38). Es decir, la razón de ser básica de la familia es la multiplicación, nutrición, educación y socialización. Es por esto, que la familia es un don de Dios para el bienestar del hombre. Por medio de la familia, Dios preserva la vida humana (por ejemplo, en la familia de Noé, Génesis 6:9-8:22). Es a través de la familia que Dios quiere bendecir a todas las familias de la tierra (en lo revelado a Abraham, Génesis 22:3).

La familia tiene su razón de ser, en la instrucción y desarrollo de la vida espiritual, de ahí que valga la pena recordar que la educación espiritual de los hijos no es responsabilidad directa de la iglesia, sino del seno familiar (Deuteronomio 6). Se es ser humano en plenitud solamente en el contexto familiar.

Otra razón de ser, es reflejar la imagen de Dios en todo lo creado: «Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.» (Génesis 1:27). Ser la imagen de Dios es representarlo en la creación; es el gobierno de la realidad creada. Es decir, una de las funciones básicas del hombre en relación con su familia es la mayordomía de lo creado, de todo recurso que nos proporciona Dios en la vida. Así como Dios gobierna, el hombre es llamado a gobernar sobre los asuntos cotidianos de su existencia.

La familia tiene su origen en Dios, como nos lo revela en su Palabra: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.» (Génesis 2:18). En este texto podemos ver claramente que la familia no es un mero producto de las relaciones humanas, desde el principio, ésta es parte del diseño original de Dios para el hombre.

La familia humana proviene de la primera pareja; cuya unión fue provocada por el mismo Dios, es decir, la Trinidad divina se involucró activamente en su creación, la familia fue su iniciativa: «…hizo una mujer, y la trajo al hombre.» (Génesis 2:22). Dios es el que propicia la unión matrimonial, y con ésta comienza la familia en la tierra.

Dios creó a la primera familia en términos de varón y hembra: «…y creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó.» (Génesis 1:27). Esta unión tiene el gran propósito de ser una ilustración de la relación íntima que Dios desea tener con el hombre. En el Antiguo Testamento, observamos que el Creador se revela como el esposo de Israel, y en el Nuevo Testamento Jesús se muestra como el esposo de la Iglesia (Efesios 5:31-32).

Es decir, la familia cristiana debe ser una predicación viva del amor entrañable de Dios hacia nosotros en Cristo Jesús. Es por esto, que la genuina vida cristiana no se puede reducir a meros actos religiosos, pues ésta es el reflejo de una relación íntima. Desde esta perspectiva nuestras familias pueden ser una gran metáfora de lo que Cristo quiere ser para el hombre.

Otro propósito que está presente en el origen de la familia, es ser ayuda idónea el uno para el otro en la vida: «…le haré ayuda idónea.» (Génesis 2:18). En los términos bíblicos, ser ayuda idónea el uno para el otro, tiene que ver  con lo que somos en el interior, con los valores que sustentamos: el valor de la fidelidad, el valor de la humildad, el valor de la sujeción mutua (o compañerismo) y el valor del amor. Esto significa, que somos idóneos en la medida en que se manifiesta en nuestras vidas el carácter de Cristo. La ayuda mutua nos permite fomentar el desarrollo de la potencialidad del otro (Gálatas 5:22-25).

La familia se da en el contexto del pacto matrimonial: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.» (Génesis 2:24). El matrimonio no es un mero contrato, es un pacto. Las diferencias entre un contrato y un pacto son: su fundamento: desconfianza-confianza; el establecimiento de responsabilidad: limitada-incondicional; su permanencia: se disuelve por acuerdo mutuo-enlaza de por vida. Es en el pacto, donde el hombre expresa su grandeza como ser con capacidad de decisión.

El pacto matrimonial, un pacto de compañerismo, también proporciona al hombre el marco adecuado, santo y justo para la expresión plena de su sexualidad como don de Dios. Donde la sexualidad, a la luz de la Escritura, es mucho más que un mero acto físico; así que, reducirla a una necesidad instintiva es tratarnos como objetos. La sexualidad humana es la entrega de toda la personalidad y ésta fue diseñada por Dios para afectar nuestro ser integralmente: «…honroso en todo sea el matrimonio y el lecho sin mancilla.» (Hebreos 13:4).

La familia cuenta con una fuente de poder en la aprobación de Dios: «…y los bendijo Dios» (Génesis 1:28). La bendición en los términos de este texto, escrito en hebreo, significa la presencia de Dios en la vida del hombre en el contexto familiar. Por lo tanto, decimos que Dios promete caminar con nosotros, como dice el salmista: «Dios hace habitar en familia…» (Salmo 68:6).

Asimismo, este núcleo nos habilita con poder para enfrentar la vida: «…mejores son dos que uno, porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuándo cayere, no habrá segundo que lo levante… Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y el cordón de tres dobleces no se rompe pronto.» (Eclesiastés 4:9-12).

En el mandato de Dios a la primera pareja, se establece que la familia debe ejercer la autoridad, como sus mayordomos, de administrar todos los recursos que Dios nos ha dado: «…sojuzgadla, y señoread…» (Génesis 1:28). Además se le pide engendrar vidas y, de esta manera, prolongar la existencia a través de su descendencia: «…Fructificad y multiplicaos…» (Génesis 1:28).

La importancia de los fundamentos bíblicos anteriores radica en que son la base de referencia, quedebe tener un pastor consejero para su trabajo de restauración con la familia. Entendemos como restauración, el volver al diseño original que Dios estableció para la familia, el cual esta revelado en las Escrituras bíblicas. Es por esto, que es imprescindible que los miembros de la familia sean expuestos, por parte del ministerio de consejería y liderazgo pastoral, demanera constante y sistemática a las Escrituras bíblicas, para el proceso de su restauración.

Autor:  Raúl Armando De La O. Máster en Psicopatología y Salud, Biólogo. Licenciado en Educación Teológica.      

Director General del Centre Pedagògic per a la Integració Familiar A. C.

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Alfredo Presa
Alfredo Presa
4 years ago

Excelente reflexión, muy completa. Que Dios siga bendiciendo sus vidas y ministerio, oramos por ustedes
Saludos desde Córdoba, Veracruz.

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