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El hogar: estrategia de formación Por Nayara Flores Uribe

Te hablaré por medio de ejemplos,
y te explicaré los misterios del pasado.
Son cosas que ya conocemos
pues nuestros padres nos las contaron.
Pero nuestros hijos deben conocerlas;
debemos hablarles a nuestros nietos
del poder de Dios
y de sus grandes acciones;
¡de las maravillas que puede realizar!
Dios fijó una ley permanente
para su pueblo Israel,
y a nuestros abuelos les ordenó
instruir en ella a sus hijos,
para que ellos, a su vez,
nos instruyeran a nosotros
y a las futuras generaciones
que todavía no han nacido.
Así confiaremos en Dios,
tendremos presentes sus grandes hechos
y cumpliremos sus mandamientos
.

Salmo 78: 2-8. TLA

 Dios es un Dios que se revela por generaciones. Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Dios del abuelo, Dios del padre, Dios del hijo, Dios de los hijos de los hijos.  Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento podemos observar que la espiritualidad del pueblo de Dios nace y se nutre en la intimidad del hogar. Aunque la iglesia juega un papel muy importante en la trasmisión de la fe, y hay mucho que decir con respecto a esto, el papel de la familia es crucial. No existe otra institución más estratégica para la formación espiritual integral que el hogar.  El plan de Dios para enraizar, establecer, formar y potencializar a los hijos es a través de la familia. Es ahí donde el conocimiento de Dios y su Reino debe pasar a la siguiente generación.

 Parte de la crisis que hoy sufre la sociedad y la mayoría de las iglesias cristianas se debe en mucho a que las familias han cedido su privilegio y responsabilidad formadora a otras instancias: la escuela, la iglesia, la tv, la calle, cuidadores y hoy en día, las redes sociales.

El acceso cada vez más temprano y más generalizado a los medios digitalizados hacen que esta generación esté conectada todo el tiempo a una inagotable fuente de información compartida cada vez por más personas. La gente de las culturas y lugares más distantes esta jugando los mismos juegos, viendo los mismos videos, cantando las mismas canciones, vistiendo la misma moda.

Estamos ante un cambio de paradigma que ha puesto de cabeza la forma de relacionarnos y de percibir el mundo. Papá y mamá hace tiempo que no son el punto de referencia de los niños; lo es esta cultura postmoderna y globalizada que está conformando sus ideas y sentimientos, su mente y corazón, su identidad.

En este contexto, hoy más que nunca es urgente considerar este llamado:

»¡Escucha, pueblo de Israel! Nuestro único Dios es el Dios de Israel. Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que eres y con todo lo que vales.Apréndete de memoria todas las enseñanzas que hoy te he dado, y repítelas a tus hijos a todas horas y en todo lugar: cuando estés en tu casa o en el camino, y cuando te levantes o cuando te acuestes. Escríbelas en tiras de cuero y átalas a tu brazo, y cuélgalas en tu frente. Escríbelas en la puerta de tu casa y en los portones de tu ciudad. Deuteronomio 6:4-9 TLA

 El hogar cuenta con los elementos principales que componen el proceso de enseñanza-aprendizaje: maestros (quién), alumnos (a quién), contenido (qué), método (cómo), objetivos (por qué) para formar a los hijos en los caminos del Señor.

La relación “maestros” y “alumnos”, que se da en el hogar no es una relación cualquiera. A la par de las más modernas tendencias pedagógicas, es una relación que se basa en el conocimiento profundo del alumno, en el respeto, y en este caso tan especial en el amor y el compromiso.

Nuestros hijos pertenecen a Dios, Él ha confiado algo de mucho valor al cuidado de los padres, y por más difícil que nos parezca aceptarlo, no hay error en sus asignaciones.  Un buen resultado no se produce por casualidad, ni de la noche a la mañana.  La crianza de un hijo es un proceso que exige mucho cuidado, tiempo, cultivo, atención, interés, trabajo, amor, espera, inversión

No se trata de soportar y sobrevivir los años de formación, sino de equipar una vida en una carrera contra el tiempo, tenemos fecha límite.  El 85% de las personas que aceptan al Señor lo hacen antes de los 14 años.  Si podemos impactar a nuestros hijos mientras su perspectiva de la vida y su cosmovisión están siendo formados, estaremos poniendo cimientos que resistirán el tiempo de cuestionamiento que con certeza también vendrá.

Nuestros hijos son como flechas, que requieren del valiente la habilidad de apuntar hacia una meta y dar en el blanco. Cada uno de nuestros hijos tiene su propio propósito y nuestra tarea es ayudarlos a crecer en la manera en que Dios los diseñó. Estas flechas están destinadas a ser lanzadas, las sacamos de la aljaba, no nos quedamos con ellas.

No podía haber mejor perfil para esta relación, el “alumno” confía en nosotros, nos admira, esta en nuestras manos, esta abierto y dispuesto a escucharnos, es una esponja, el “maestro” esta comprometido, tiene la encomienda y está apasionado por su materia.

Sólo el hogar provee el contexto único para enseñar la palabra de Dios con toda la gama de estilos y actividades de aprendizajes:

Lo escucharán de nosotros una y otra vez reafirmando el conocimiento, ellos lo repetirán a nosotros (interiorizando el contenido), generando un apetito por las cosas de Dios.  Dialogaremos con ellos, reflexionando sobre estas cosas, muchos niños abandonan su fe porque no aprenden a reflexionarla, a cuestionarla. Son expuestos a mucha información acerca de Dios, en una especie de adoctrinamiento, pero nunca llegan a establecer una relación con Dios. Debemos enseñarles a conocer, amar, a confiar en un Dios que les desafía, que les motiva, que es pertinente y que tiene todo que ver con los problemas que enfrentan en su mundo real. Un Dios que puede soportar cualquier cuestionamiento porque es real.

Lo escucharán, lo leerán, lo escribirán, lo verán en nuestro ejemplo, lo practicarán, lo aplicarán. A todas horas y en todo lugar,desde que empieza el día hasta que termina, en toda la actividad humana habitual, en todo lo que hagan, en la vida íntima y en la vida pública.  De forma permanente. Exigiendo de nosotros como padres, coherencia y transparencia

Jesús dijo que este es el primer y mas grande mandamiento (Mateo 22:34-40).   Es la prioridad de Dios y debe ser la nuestra.

¿Porqué quiere Dios que le amemos? Dios es amor y a causa de su naturaleza le place amarnos. Así que producto de su deseo y no su necesidad, Dios busca nuestro amor voluntario. Dios quiere que lo amemos con todo lo que pensamos, con todo lo que somos y con todo lo que valemos; porque él nos ama nada menos que de la misma manera.

Cuando amamos a Dios producto de sentirnos amados por Dios, irremediablemente nos amamos a nosotros mismos. No se trata de un amor hedónico o egoísta, sino estar de acuerdo con Dios en la manera en como El nos ve, es llegar a las conclusiones correctas con respecto a nuestra identidad y valor.

Amar a nuestro prójimo entonces es la medida visible de nuestro amor invisible por Dios e implica el amarnos a nosotros mismos.No un amor romántico y de películas sino en los términos de Dios, un amor cimentado en la justicia y la obediencia,desde la integridad y la coherencia.

No hay asunto más importante en nuestro rol como padres que acompañar a nuestros hijos en su camino de fe para encontrarse con el Dios que los ama y ellos puedan amarle. Que aprendan a conocerse, aceptarse, desarrollarse, amarse a sí mismos y que amen a otros en relaciones justas.

Pareciera que estoy describiendo a la familia ideal de un mundo feliz. Pero la verdad es que no hay padre perfecto, no hay hijo perfecto. Soy consiente de que el hogar es el lugar donde podemos recibir la mayor bendición, pero paradójicamente donde también podemos recibir el mayor daño.  Al comparar este diseño con nuestra realidad desafiante, diversa, quebrantada podemos pensar que esta misión es imposible.

No debemos olvidar que todos los mandamientos de Dios traen en sí mismos la promesa de capacitación para obedecerlos. Contamos con ayuda sobrenatural, Dios sabe nuestras profundas limitaciones y Él mismo nos habilita para cumplir con esta misión.

Es estarelación y comunión con Dios el eje de nuestro rol como padres. Su presencia es la que hace la diferencia, sin ella todo es apariencia, esfuerzo infructuoso que a la larga se convierte en una carga legalista que explotará por algún lado y en algún momento.  Que gran privilegio tenemos de interceder por nuestros hijos delante de Dios y de presentar a Dios a nuestros hijos. ¡No renunciemos a ello! Debemos ser consientes de que para bien o para mal estamos dejando una huella indeleble en ellos. Nunca es demasiado tarde, y si las cosas no han ido bien, siempre existe la posibilidad de restaurar lo que se ha dañado.

AutorNayara Flores Uribe. 

Maestría en Ciencias con especialidad en Investigaciones Educativas.Departamento de Investigación Educativa, Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional. México, D.F.  1996-1998. Becada por CONACYT.

Licenciada en Pedagogía. Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México. México, D.F. 1986-1990.  Medalla Gabino Barreda.

Associate of Arts. High Honors.  Christian Life College. Stockton, California USA, 1984-1986. Scholarship.

Presidenta del Centro Pedagógico para la Integración Familiar 2010 hasta la fecha.

Investigador Educativo. Programa Niños de la Calle, A.C.  Octubre 1991, Agosto 2004 México, D.F.

Pastor Asociado.  Iglesia Dios Integrando a la Familia Octubre 1991- Enero 2005. Ecatepec, Edo. México.

 

 

 

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Olga
Olga
4 years ago

Gracias por esta aportación y por vuestro ejemplo. Aún recuerdo vuestras bodas de los 25 años. Me impactaron los comentarios de juda y Zoe. Tenemos una gran misión como padres…gracias por recordarnoslo. Que Dios nos ayude y tenga misericordia de nuestra descendencia!

Nayara Flores
Nayara Flores
4 years ago
Reply to  Olga

Muchas gracias Olga por tu comentario, es verdad, tenemos una gran misión y necesitamos toda la ayuda posible, doy gracias a Dios por matrimonios como el tuyo que con gozo y valentía asumen el reto.

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