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Haz un alto y juega

Cuando jugamos, no experimentamos límites. Nos involucramos totalmente que nos volvemos libres. Por medio del juego, además, podemos aprender y enseñar cosas útiles e inolvidables. ¿Le encantaría acercarse más a sus hijos (as) y disfrutar aún más de su ministerio con ellos (as)? El juego permite una poderosa conexión y tiene múltiples beneficios tanto para usted como para sus hijos (as). Hay un tremendo beneficio en apartar un tiempo exclusivamente enfocado para el juego con los hijos (as). Con solo esa acción, usted ya les envía un mensaje importante: “Yo quiero estar con ustedes”.

Desde mi niñez aprendí que jugar era bueno, necesario para mi desarrollo físico y una herramienta relevante para mi desarrollo integral. Tuve grandes lecciones en mi vida que comenzaron por medio de un juego y que fueron esculpiendo mi forma de pensar, actuar y sentir. Crecer en un ambiente donde el juego fue aceptado, propiciado, y hasta utilizado como fuente de enseñanza-aprendizaje, me permite hoy compartir valiosas lecciones aprendidas.

Jugar con los niños y niñas crea una combinación de buena dosis de humor con compasión; hacer esto fortalecerá su influencia hacia ellos de una manera intencional y a usted le aporta un ministerio más satisfactorio y lleno de gozo. Conectarse con los niños (as), aunque sea por unos 10 minutos en una actividad improvisada y espontánea, ayuda a que su influencia sea más profunda y a la vez gratificante. Yo creo que nosotros, como padres y líderes de programas para la niñez necesitamos recordatorios frecuentes para hacer un alto y jugar.

 ¿Qué se califica como juego?

El Profesor Bob Sabean, Asesor de Campamentos Cristianos Internacionales América Latina (CCCI) comenta en su libro sobre Recreación: “El juego se manifiesta en la espontaneidad de la celebración, el ocio, la festividad, el arte, el deporte, la representación y el reposo; sin embargo, no se limita a una lista de actividades”.

Cuando jugamos, no experimentamos límites. Nos involucramos totalmente y nos volvemos libres. La libertad es una de las condiciones intrínsecas del juego, y ésta promueve a la acción y a la recreación. En ese sentido, cualquier actividad que lo conecte con los niños (as) y lo ayude a conocer más de ellos y a ellos de usted, califica como juego. Con un poco de planeamiento y creatividad usted podría aprovechar hasta los tiempos de viaje en auto, autobús o caminando hacia la escuela, como una forma de conectarse con sus niños (as).

¡Saquémosle provecho al juego!

Un buen manejo del juego en nuestros ministerios crea una progresión inmediata de buena relación y prepara el ambiente propicio para la enseñanza. Podemos empezar jugando lado a lado, luego hacer una actividad más cara a cara, hasta llegar a un momento de concentración para la enseñanza.

El Dr. Arthur Kraft, Ph.D afirma que el juego también sirve para construir puentes en el abismo de comunicación con los niños (as). Actualmente se buscan muchas explicaciones racionales para este caos social, pero definitivamente afirmo que mucho tiene que ver con que los adultos ya no jugamos con nuestros niños y jóvenes como antes.

¿Cuál es el puente para conectar y acercar a ambas generaciones? Yo opino que el juego es un excelente puente. A través del juego, usted puede enseñarles a los niños (as) cosas tan positivas como duraderas. No pierda la oportunidad, aproveche el tiempo. Hay un  tremendo poder en apartar un tiempo exclusivamente enfocado para estar con los niños (as). Y reitero, solo esto les envía un mensaje positivo: “Yo quiero estar contigo”. Sus niños (as) quieren conocerle a usted tanto como usted a ellos, y el juego es un excelente puente de conexión. Yo reconozco que mientras más les permito a los niños (as) dirigir, tomar las riendas del juego, más los conozco a ellos y a su manera de pensar.

 3 barreras que atentan contra el juego

  1. Limitación de tiempo. Como adultos, cargamos nuestras agendas con reuniones, actividades,llamadas telefónicas, correos, etc. Vivimos en un mundo donde nos repetimos una y otra vez: “no tengo tiempo para jugar”.
  2. Falta de energía. Vivimos bajo constante presión y estrés, y eso nos provoca a final de cuentas problemas de salud que merman nuestra capacidad y energías para responder activamente al juego.
  3. Sensación de incomodidad hacia el juego. Algunos adultos se sienten inseguros sobre cómo jugar o simplemente no encuentran disfrute en el juego. Los que presentan esta barrera, generalmente tienen poca conexión con sus hijos (as) o han perdido alguna etapa particular en la vida de sus niños (as).

La inclinación hacia el juego debe balancearse con responsabilidad. Necesitamos encontrar actividades que se ajusten las necesidades y limitaciones de niños (as) y adultos.

Beneficios del juego

  1. Aprender, enseñar y crear curiosidad. A través del juego, usted puede enseñar a sus niños algunas destrezas básicas, tales como tirar una pelota, a esperar su turno o a usar un lápiz. Además, puede plasmar valores como la obediencia, el respeto, el compartir, cooperar, etc. El juego crea una sensación natural en el niño de buscar respuestas, soluciones, o una explicación de las cosas. Levanta su espíritu de curiosidad y es en ese momento cuando el niño (a) está presto a aprender algo nuevo.
  2. Auto-valorarse, expresión de las emociones, seguridad. Todo niño tiene un sentido de valor propio. No todos lo tienen ubicados en un nivel adecuado y por lo general es muy bajo el valor que se dan a sí mismos. Es importante que el niño (a) se valore y sea amado por quién es. La forma como nos sentimos sobre nosotros mismos es crucial para la forma en que percibimos los eventos alrededor nuestro y cómo respondemos a ellos. El interés que se demuestre al niño, sin importar lo que hace o que tan bien se porta, lo nutre y le da a entender que otros lo aman, incluyendo a Dios. Cuando juegan juntos y les ofreces ánimo, el niño(a) aumenta su auto confianza y le ayuda a valorar a otros y a tener compasión por otros también. Cuando juegas, le das la oportunidad de intentar cosas nuevas que construyen su auto- confianza. Aún con el solo hecho de dedicarle tiempo exclusivo para jugar con él (ella), usted le hace saber: “tú eres una persona valiosa”. Los juegos deben crear un ambiente de seguridad, no de amenaza. Ningún niño (a) espera jugar para que se burlen de él (ella), pues de hacerlo, se rompe inmediatamente el beneficio del juego a largo plazo.Está en la habilidad del adulto buscar juegos que construyan en el niño (a) la percepción de valor y no fortalecer el mensaje constante en los oídos de ellos: “no sirves para nada”, “cuándo vas a aprender”, “No, tú no… no sabes cómo se juega esto”.
  3. Promueve el gozo. La risa y el gozo son buenas contrapartes del estrés en la vida y los retos que los niños (as) nos dan. Un proverbio dice: “El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu”. ¿Por qué hay tantos rostros dolidos en nuestros niños (as)? Sé que es por la falta de gozo y satisfacción. Puedo ver niños (as) de escasos recursos que participan de un campamento y sus rostros dolidos se van transformando en rostros alegres, a medida que juegan, pues el juego va produciendo los frutos de enseñanza, auto-valor y gozo. La necesidad concreta del niño (a) no se esfuma después de una sesión de juegos o campamentos, pero sí sé que son los momentos más inolvidables de este niño (a) que los seguirán por el resto de su vida hasta que sea un adulto formado. Tenemos que ofrecer una conexión que produzca gozo y risa, de tal manera que les imprimamos buenos recuerdos para su crecimiento integral. Tenemos que generar una variedad de puentes (juegos) que generen fruto en el niño (a). Aprender a conectarse con los niños (as) requiere  flexibilidad y apertura. Antes de elegir los juegos, considere: la conducta, la personalidad y el nivel de desarrollo del niño (a). Para esto hay que tomar en cuenta que a la hora de jugar hay que ser gracioso (a) y estar dispuestos a divertirse con los niños (as) mientras se juega. Sea espontáneo. Dirija juegos enfocados; proyectos, juegos activos, manualidades, pero también tiempo de quietud y lectura.

Hagamos un alto en nuestras cargadísimas agendas y juguemos con nuestros niños (as). Ellos (as) lo necesitan. Recuerde que ellos (as) quieren escuchar de usted: “Yo quiero estar contigo”. ¡Vamos a jugar!…

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Autor: Robert Bruneau es Director Ejecutivo del Campamento Roble alto y CCCI América Latina.

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