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PASTORAL DE LA INFANCIA

Por Dr. Edesio Sánchez Cetina

Iglesia, familia y niño hoy. Análisis de la situación.

Nadie rechaza la idea de que los niños, desde su tierna edad, necesitan ser educados en la Palabra de Dios (2 Timoteo 3.15). Que les debemos dirigir a la decisión de aceptar a Jesucristo como su Salvador y Señor, tan pronto estén en capacidad hacerlo. Pero el problema radica en el cómo se hace.

En un extremo, están quienes consideran al niño como un adulto chiquito. La evangelización y la educación cristiana consisten en recetarle lo mismo que al adulto, pero en una dosis menor.

En el otro extremo, están quienes piensan que el niño necesita crecer en la libertad de adquirir y decidir su religión. Ni los padres ni las iglesias sienten urgencia en programar sistemáticamente la educación cristiana de los niños.

Al asunto del «cómo», hay que agregar el del “quiénes”. ¿Quiénes son los primeros responsables de la educación en la fe de los niños? En cierta ocasión, un padre que vio a su hijo jugando en el momento en que debería estar en la clase dominical, dijo a la maestra: «Si el día de mañana mi hijo se convierte en un delincuente o un renegado de la iglesia, a usted la voy a hacer responsable».

La pastoral que se desarrolla hoy, generalmente no toma en consideración a la comunidad familiar. Rara vez se involucra a los padres de manera concreta en la estrategia y programación de la educación cristiana.

Es necesario admitir que todo intento por mantener al templo y al domingo como el lugar y el tiempo para la educación en la fe cristiana ha fracasado y seguirá de igual modo. La educación teológica clásica se ha manifestado incapaz de ser obediente al mandato bíblico y de dar respuesta a las necesidades actuales. Desde los centros de educación teológica, pasando por los templos, hasta llegar a los hogares, se tiende una línea educativa intelectualista y teoricista. Basta observar el currículo de la mayoría de nuestros seminarios para darse cuenta de tal hecho. Seminarios e iglesias, maestros y pastores, han caído presos del sistema educativo de escuelas y universidades del mundo actual. La información es lo importante, no la formación. Currículo y clases se han dividido por edades en la Escuela Dominical. Las actividades semanales generalmente se programan teniendo en mente a las diferentes edades y sexos: sociedad de damas, de caballeros, de jóvenes, de intermedios, de niños. En la mayoría de las iglesias, el culto dominical principal está diseñado de tal manera que los niños no quepan en él.

¿Existe una actividad educativa significativa que involucre a la familia entera? Por lo general la respuesta es negativa. Ante tal estructuración no es difícil entender por qué los padres hallan tantos problemas para «transmitir» hacia el hogar la fe que aprenden en el templo. Hay que recobrar la visión bíblica: el hogar es el punto de partida de la vida cristiana.

Esto es cierto sobre todo para la evangelización del niño. Yo crecí en un hogar cristiano y viví la dicha de haber sido evangelizado en mi propio hogar. Sin embargo, recuerdo vívidamente los esfuerzos evangelizadores de los maestros en la Escuela Dominical, en las Escuelas Bíblicas de Vacaciones y en los campamentos.La evangelización dirigida al niño siempre fue unidimensional: 1) inducir al niño a reconocer que es pecador; 2) invitarlo a aceptar a Cristo como su Salvador personal y ayudarlo a entender que la sangre de Jesucristo hizo posible el perdón de sus pecados; 3) logrado eso, el niño tiene acceso a las mansiones celestiales. El «Libro sin palabras» y el cantito que lo acompaña es un ejemplo de ello.

Los maestros pueden darles a los niños una lección sobre la salvación y la vida cristiana, pero no pueden acompañar a los niños en la mayor parte de sus experiencias de vida. Son los padres los que tienen el mayor acceso a la vida de los niños. Tristemente, muchos son los hijos de padres «cristianos» que terminan siendo evangelizados en el Colegio o la Universidad. La estructura eclesiástica actual y los modelos de misión y evangelización le han robado al hogar cristiano el privilegio de ser el centro desde el cual sus miembros aprendan y vivan la fe cristiana.

Por otro lado, la educación cristiana dirigida a niños, se da desde la perspectiva adulta y en la cosmovisión del adulto. En este contexto, tanto los niños como los adultos han llegado a creer que la educación en la fe y la vida cristiana no conocen el lado humorístico de la vida humana. La enseñanza de la fe y los juegos se mantienen divorciados. Pocas son las instancias en las que se juega aprendiendo y se aprende jugando. En muchas iglesias los líderes y maestros insisten en mantener separados los dos.

¿Qué dice la Biblia?

Desde el principio, la Biblia enseña que el ser humano es creado a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1.26-28). Que tal es la realidad en todo ser humano, parte del hecho de que los hijos son engendrados y nacen a la imagen de Dios porque son imagen y semejanza de sus padres (Génesis 5.3). Esta afirmación bíblica no se refiere al aspecto físico, sino a la realidad de la persona humana como ser libre, social, comunicativo y destinado para el amor.

La relación de imagen entre los padres y los hijos, trae consigo una responsabilidad y desafío tremendos para los padres. Su conducta, sus ideas y sus palabras ejercen profunda influencia sobre sus hijos. La formación o deformación de los hijos tiene que ver, directa o indirectamente, con sus padres. La imagen de Dios en los hijos no proviene de otro ser más que de los padres.

Por ello, Deuteronomio 6.4-9 coloca el corazón de la fe bíblica en el seno del hogar. El hogar es el espacio que provee el lugar y el tiempo en el que los hijos deberán educarse en la fe. Cualquier otro lugar y tiempo son periféricos a la familia. Este pasaje presenta importantes principios para la elaboración teórica de UNA PASTORAL DE LA INFANCIA. Veamos:

  1. La enseñanza de la fidelidad y el amor al Señor tiene su base y centro en el hogar. A la vez, toda discusión sobre la familia debe partir de su centro y principio: el Señor. El principio fundamental de la fidelidad absoluta a Yahvé, sirve de elemento gobernante (regens)para todo aspecto pedagógico: el cómo, el dónde, el cuándo, el quiénes.

 

  1. En el aspecto pedagógico, el pasaje acentúa la transición de lo colectivo y general («Israel») a lo individual y concreto («tu corazón», «tu casa», «tus hijos») y de nuevo a lo general («las puertas de tus ciudades»). Esto señala que lo presentado aquí es un programa de vida que mantiene en buen balance a la comunidad y al individuo, teniendo al hogar como eje de esebalance.

 

  1. En relación con lo anterior, encontramos en el pasaje un triple compromiso pedagógico:

1) Hacia uno mismo («las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria…. las atarás a tu muñeca como signo, serán en tu frente unaseñal»);

2) hacia los hijos («… se las inculcarás a tushijos»);

3) hacia la comunidad («las escribirás … en las entradas de tuciudad»).

Es obvio que el compromiso pedagógico se vuelca primordialmente al hogar. Los versículos 7 y 9 colocan al hogar como el ambiente donde «estas palabras» son objeto de enseñanza y práctica. Los versículos 20-25 hablan de esa interacción, narrando los actos portentosos del Señor en el pasado y de sus demandas actuales para el futuro.

  1. Los dos siguientes párrafos destacan otros elementos pedagógicos del texto:

Los pasos de la dinámica pedagógica:

1)recepción de la enseñanza: «Escucha … las palabras» (v.4);

2)puesta en práctica de la enseñanza: «Amarás al Señor …» (v.5);

3)apropiación de la enseñanza: «quedarán en tu memoria» (v.6);

4)transmisión de la enseñanza: «se las inculcarás a tus hijos» (v.7);

5)repaso de la enseñanza: «hablarás de ellas … las atarás … las escribirás» (vv.7-9)

Los componentes de la dinámica pedagógica:

1) el sujeto: los padres;

2) el receptor: los hijos;

3) el contenido: «estas palabras»;

4) el lugar: el hogar;

5) el tiempo: toda la actividad humana habitual;

6) la forma: la comunicación oral, escrita y práctica.

De acuerdo a Efesios 6.1-4, el desarrollo del hijo hacia la madurez se da en la dinámica de la honra a los padres y la educación y disciplina en el Señor. En este punto, la enseñanza de este pasaje converge con lo que afirmábamos de Dt 6.4-9: «toda discusión sobre la familia debe partir de su centro y principio: el Señor. El principio fundamental de la fidelidad absoluta a Yahvé, sirve de elemento gobernante (regens) para todo aspecto pedagógico: el cómo, el dónde, el cuándo, el quiénes.» La educación y disciplina «en el Señor» impide que otras fuerzas y dinámicas ajenas se cuelen en la formación del niño. He allí el valor de poner en correcta perspectiva el tema de la fidelidad absoluta al Señor. En la educación del niño, la única esfera de su formación es El Señor. La educación cristianaes, por definición propia, una fuerza iconoclasta, es decir, una fuerza destructora de ídolos.

Los pasajes anteriores consideran la pastoral de la infancia como una educación de padres a hijos. El movimiento es hacialos niños. Los padres deberán hacer todo lo posible por educar a sus pequeños para ser como Dios. Y eso no puede hacerse sin la mediación de los padres (Gn 5.3; Dt 6.7; Ef 6.4). Esos pasajes dan prioridad a una educación en la cual se da un perfecto balance entre la información y el ejemplo. El contenido de la enseñanza debe primero interiorizarse en lo padres (Dt 6.6) antes de transmitírsela a los hijos. Los padres, así, se convierten en profetas para sus hijos; son los mediadores entre ellos y Dios. En relación con este tema aparece otro, pero en sentido inverso: el padre o adulto, puede se tropiezo para el niño. Es decir, así como los padres o adultos pueden ser fuente de formación, existe también la posibilidad de que sean fuente de deformación.

La palabra griega que se traduce como «tropiezo» en el Nuevo Testamento es skandalon. Un recuento de todas las veces que aparecen el sustantivo y el verbo en el NT, revela dos cosas importantes:

1) Los adultos pueden ser tropiezo para los niños;

2) Jesús nunca es tropiezo para los niños, pero sí para los adultos.

Es decir, los adultos pueden ser obstáculo y hallar obstáculo en el camino de la fe y la vida cristiana. Pero los niños tienen acceso libre a Dios en Cristo.

En su obra El Dios en quien no creo1, Juan Arias dice:

 

La iglesia será el verdadero rostro de Dios cuando, como Cristo, escandalice a todos, menos a los niños.Y Cristo fue un escándalo paratodos: para los judíos por presentarse como Dios (Jn 10,29); para los fariseos (…Mt 15,10) que lo llaman «endemoniado»; para los doctores de la ley, por su libertad de espíritu y su misericordia; para los apóstoles por sus exigencias (se escandalizan de la eucaristía, de su muerte, de su trato con las pecadoras); para los poderosos: Caifás le llamará «blasfemo»; para sus parientes que no creen en sus milagros; para sus amigos: para Marta y María porque dejó morir a su hermano Lázaro; para su misma madre: » Por qué nos has hecho esto?», le recrimina cuando se perdió en el templo; para el «Pueblo» que, envenenado, acabará gritando: «crucifícale».

Jamás un niño se escandalizó de Cristo. Él les defendió: «Porque han creído enmí». Por eso el niño será siempre la imagen más clara y más evangélica de Dios. Los niños aceptaron a Cristo sin discutirle. Se dejaron atraer por él sin deseo de acaparárselo. El niño toca vitalmente el límite de la libertad en elabandono,en el amor. Para el niño es normal que su padre haga milagros, que sea el más poderoso, el mejor. Le parece normal ser corregido, enseñado; jamás podrá soñar que su padre se equivoque, aunque diga cosas que le resultan misteriosas. Hará preguntas, pero acabarácreyendo.

El niño siente vitalmente que el amor es el centro de las cosas. Por eso es capaz de hablar con las piedras de la calle, con el agua de la fuente y con el barro de la cuneta. Jugará lo mismo con el hijo del barrendero que con el hijo del ministro, con el inocente que con la prostituta. Ellos dominan la materia y hacen caer al hombre de rodillas a sus pies. Sólo ante Dios y ante un niño es capaz de arrodillarse un hombre.

En este sentido, los niños son sujeto de evangelización y educación. Así que la pastoral de la infancia es bidireccional: es para los niños, pero también es desde los niños.

De acuerdo a Jesús, los niños tienen un patrimonio que los hace poseedores legítimos del Reino de Dios; y tienen un «conocimiento» que los coloca como modelo para los adultos (Marcos 10.15; Mateo 18.2-5;21.15-16).

En este punto, Mateo 6.25-34 es muy aleccionador. En ese pasaje, el versículo 33, que es el clímax de todo el capítulo2 y que habla del Reino de Dios definido como justicia, se coloca en el contexto de una vida donde la búsqueda de satisfacer las necesidades de «comer, beber y vestir» no es lo prioritario. El pasaje se desarrolla en un ambiente lúdico, de juego. Jesús invita a su audiencia adulta a mirar, con ojos diferentes, lo que cada día ven, pero con ojos de adulto:

Miren a los pajaritos que vuelan por los aires. Ellos no siembran, ni cosechan, ni guardan semillas en graneros. Sin embargo, Dios el Padre que está en el cielo, les da todo lo que necesitan ¿Acaso ustedes no son más importantes que ellos? ¿Creen ustedes que por andar preocupados podrían agregarle un día más a su vida? Aprendan de las flores que están en el campo. Ellas no trabajan para hacerse sus vestidos; sin embargo, yo les aseguro que ni el rey Salomón se vistió tan bien como ellas, a pesar de que tuvo muchas riquezas.

Si Dios se preocupa por las flores, haciéndolas hermosas, aunque su vida dura tan poquito; ¿acaso no hará más por ustedes? ¡Veo que todavía ustedes no han aprendido a confiar en Dios! ¿Ya no vivan tan preocupados preguntando qué vamos a comer? o qué vamos a beber? o qué ropa nos vamos a poner? En eso se pasan pensando los que no han aprendido a conocer a Dios. Ustedes ya no se desesperen por esas cosas; su Padre que está en el cielo sabe que las necesitan. (Mateo6.26-32)

Este sistema de valores que Jesús enseña, nos arrancan del mundo «serio y estructurado» de los adultos y nos coloca en el territorio de los niños. En este mismo contexto, la invitación de la búsqueda del Reino y de su justicia no puede sacarnos de ese territorio. El Reino que es de los niños, y la justicia de Dios que ellos entienden más que el adulto, exigen que en esta dimensión de la evangelización, sean los niños el sujeto primordial y los adultos los receptores.

Teología desde y para los niños

En la evangelización y en la enseñanza, los niños deben ser a la vez sujetos y objetos de teologización. En la dinámica de la pastoral no debe darse el divorcio entre ambos. La dinámica pedagógica mantendrá en tensión balanceada el hecho de que tanto adultos como niños son sujeto y objeto de la educación. Jean Piaget nos recuerda que las preguntas de los niños son más funcionales que teoréticas. Las respuestas que ellos esperan son las que tienen sentido para sus propias vidas. Es decir, las que se definen desde ellos como niños, y no desde una concepción que los considera «adultos chiquitos».

Y el espacio natural donde los niños pueden definirse como tal es el hogar. Ese es el mundo donde a los niños se les permite, con más facilidad, ser a la vez formales e informales. El hogar es, y debe ser, el centro desde donde el niño se entrene en todas las áreas de la vida, especialmente el aspecto lúdico; el mundo del juego.

Por ello, la Biblia y la experiencia demuestran que el primer escenario de la evangelización y la educación en la fe, es el hogar, la familia. Hacia allí debe dirigirse, en primer lugar, una educación en la fe que encierre lo más serio y humanízate de la fe y la teología (véase Dt 6.4-9, 20-25). Allí, más que en ningún otro foro, hay mayores posibilidades para que niños, jóvenes, mujeres y hombres sean a la vez sujetos y receptores de enseñanza. Allí, más que en otro lugar, hay un espacio natural para que la educación en la fe sea no sólo información, sino sobre todo formación. La familia es el lugar ideal para enseñar y aprender la teología en el contexto del juego, y no como una tarea académica, restricta, formal e inflexible.

Y es en el área del juego donde los niños tienen más material para enseñar a los adultos que viceversa. Los niños poseen ese reino y son dueños de su estructuración. Un reino, como dice Jean Duvignaud, donde el campo de experiencia esté «desligado de toda función o finalidad en el sistema social… Un campo en que la gratitud, el azar y el juego no se confundan con las reglas que definen una cultura establecida y reproducida regularmente».3 Si el hombre adulto de hoy quiere rescatar la dimensión perdida de homo ludens necesita volver la mirada hacia los niños y dejarse formar desde y por ellos.

Hoy, los niños ya no son pasivos receptores del evangelio, sino que se han convertido en serios cuestionadores de una religión donde verbalización y praxis no se dan de la mano. Sé del caso de un niño de nueve años que por querer mantener unidos los principios de fe enseñados en la casa y la iglesia junto con una práctica comprometida de esos principios, fue llevado al psiquiatra porque no era «normal». Terminó evangelizando al psiquiatra, un maestro de Harvard. No olvidemos que en la Biblia, el movimiento de educación para la vida en el Reino es de abajo hacia arriba. Debió de haber sido aleccionador y humillante a la vez, que Jesús dijera a sus discípulos:

Dejad a los niños venid a mi, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. (Mc 10.14-15).

La Biblia para los niños

Si los niños son emisores y a la vez receptores de educación y evangelización, es urgente que tengan acceso a la Palabra de Dios en un idioma y lenguaje que puedan leer y entender. La pedagogía y lingüística contemporáneas han dado espacio para la producción de verdaderas obras literarias para niños. La experiencia ha confirmado, además, que toda buena literatura para niños es a la vez buena para adultos. Pero, no toda literatura para adultos es buena para niños. Este axioma muestra, una vez más, que hasta indirectamente los niños son medio de acceso para que los adultos se eduquen.

La experiencia de la traducción de la Biblia para niños, en castellano, en inglés y en indonesio, ha demostrado que los adultos pronto piden una Biblia así para ellos. Con la traducción de la Biblia para niños, se ha intentado crear la posibilidad de que el niño pueda acercarse al texto bíblico y entenderlo con la profundidad que un adulto, a través de la exégesis, pueda lograr. Nuestra intención es ofrecer herramientas al niño, para que desde su nivel de comprensión pueda hacer su propia exégesis. Por ello, en las traducciones, el texto va acompañado de ilustraciones y de ayudas pedagógicas. Veamos dos ejemplos; uno del Antiguo Testamento y otro del Nuevo Testamento:

Dios sana a Nahamán2 Reyes 5.1-15

Nahamán era comandante de los ejércitos del rey del país de Siria. El rey lo apreciaba y lo quería mucho porque por medio de él, Dios había dado la victoria a los ejércitos de Siria. Pero a pesar de ser muy importante y poderoso, Nahamán sufría de una grave enfermedad de la piel. En aquel tiempo, vivía en la casa de Nahamán una jovencita de Israel. Un grupo de soldados sirios la había traído a Siria como prisionera de guerra. Un día, ella dijo a suama:

–Qué bueno sería si mi amo pudiera ir a visitar al profeta que vive en mi país, en la ciudad de Samaria. Estoy segura de que él puede curar a mi amo. Cuando Nahamán se enteró de esto, fue y le contó al rey lo que la muchacha había dicho. El rey de Siria dijo a Nahamán:

— Ve de inmediato a Samaria! Yo voy a darte una carta para que la entregues al rey de Israel.

Nahamán salió rumbo a Israel, llevando consigo treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes nuevos de tela muy fina. Cuando Nahamán llegó a Samaria, entregó la carta al rey de Israel. La carta decía así: «Con la presente te envío a Nahamán, comandante de mis ejércitos. El sufre de una grave enfermedad de la piel y quiero que lo cures.» Al leer la carta, el rey de Israel se angustió, le dio mucho miedo y dijo:

— ¡Qué se imagina el rey de Siria! ¡Acaso cree que soy dios y que puedo dar vida o quitarla? ¡Cómo se le ocurre creer que yo pueda curar a este hombre que sufre de tan terrible enfermedad! No hay duda de que el rey de Siria está buscando un pretexto para declararnos la guerra. Cuando Eliseo, el profeta de Dios, supo lo que había pasado, envió a decirle al rey:

— ¿Por qué estás tan angustiado y tiemblas de miedo por la carta del rey de Siria? Envíame a ese hombre enfermo; ya verá que sí existe un profeta de Dios en Israel. Entonces, Nahamán se fue con su carroza y sus caballos a la casa de Eliseo; al llegar a la entrada, se detuvo allí. Pero Eliseo no salió a recibirlo, sino que envió a un mensajero con el siguiente recado:

–Ve al río Jordán y te bañas siete veces en sus aguas. Ya verás cómo tu piel quedará sana de esa enfermedad. Nahamán, muy enojado y resuelto a regresar de inmediato a su país, decía:

–Yo pensé que el profeta iba a venir a verme personalmente y que después de orar a su Dios, tocaría mi piel enferma para sanarla. Pero no hizo eso; ni siquiera me envió a bañarme en los ríos de mi país ¿Acaso no sabe que los ríos Anabá y Farfar de la ciudad de Damasco en Siria son mil veces mejores que el río Jordán? Y Diciendo eso, dio media vuelta y se alejó furioso. Sus criados corrieron a alcanzarlo y le dijeron:

–¿Señor nuestro, No es verdad que si el profeta le hubiese pedido algo más difícil usted lo hubiera hecho? Lo único que le ha pedido para que usted quede sano, es que se bañe en el río Jordán. Entonces Nahamán se dirigió al río Jordán y allí se bañó siete veces, tal como le había ordenado el profeta de Dios. Cuando terminó de bañarse, su piel estaba totalmente sana; tan limpia y suave como la piel de un bebé. Nahamán regresó con todos sus acompañantes a donde estaba el profeta de Dios y le dijo:

–Estoy totalmente convencido de que no hay en el mundo otro dios como el Dios de Israel. Te ruego, por lo tanto, que aceptes un regalo de este servidor tuyo.4

El hombre que tenía muchos espíritus malos Marcos 5.1-20

Jesús y sus discípulos* cruzaron el lago de Galilea y fueron al pueblo de Gerasa. Al salir del barco Jesús vio salir del cementerio a un hombre que tenía un espíritu malo*. Nadie lo había podido sujetar ni siquiera con cadenas. Cuántas veces lo habían amarrado con cadenas y le habían puesto gruesos aros en los pies; pero él despedazaba las cadenas y rompía los aros. Su fuerza era tan terrible fuerza, que ningún hombre lo podía sujetar. Día y noche andaba en el cementerio y en los cerros, dando gritos y golpeándose con piedras. Cuando el hombre vio de lejos a Jesús, corrió y se arrodilló ante él gritándole con mucha fuerza:

— ¡No me molestes Jesús, Hijo del Dios único y Todopoderoso! Jesús le ordenó al espíritu malo:

–Sal de este hombre. Pero el hombre gritó a Jesús:

–Prométeme, en el nombre de Dios, que no me maltratarás.

Jesús le preguntó:

— ¿Cómo te llamas?

El hombre contestó:

–Me llamo Miles, porque somos muchos espíritus malos los que vivimos aquí; pero por favor, ¡no nos saques de este lugar! ¡Mándanos con esos cerdos que están comiendo, junto a la loma, queremos entrar en ellos! Jesús les dio permiso y los espíritus malos salieron del hombre y se metieron dentro de los cerdos. Apenas entraron los espíritus en los cerdos, éstos empezaron a correr rumbo al lago; allí cayeron y se ahogaron todos ellos. Eran como unos dos mil cerdos.

Los señores que estaban cuidando los cerdos salieron corriendo y fueron al pueblo y al campo contándoles a todos lo que había pasado. Todos fueron de inmediato al lugar donde estaba Jesús. Cuando vieron al hombre que había tenido los espíritus malos, se asustaron mucho, pues estaba sentado y vestido como una persona normal. Los que estaban allí contaron lo que había pasado. Entonces la gente empezó a suplicarle a Jesús que se fuera de ese lugar.

Cuando Jesús regresó al barco, el hombre que había tenido los espíritus malos le suplicó que lo dejara ir con él. Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo:

–Regresa a tu casa y cuéntale a tu familia todo lo que el Señor ha hecho por ti y cuán bueno ha sido contigo.

Entonces el hombre se fue por toda la región llamada «Diez-ciudades»*5 y allí le contaba a la gente todo lo que el Señor había hecho por él. Todos los que lo escuchaban quedaban maravillados.

*** * ***

En estos pasajes, y en otros que se están traduciendo, se aplican principios que responden a las necesidades cognoscitivas de los niños. Algunos elementos que se toman en consideración son los siguientes:

Una literatura que sea buena para niños debe tener trama y personajes; es decir, es concreta, colorida, rítmica y bella. Lo ñoño, lo pueril, no pertenece a la literatura infantil. No deberá creerse que los niños, por ser niños, se contenten con escritos de calidad inferior. El niño pronto aprende a rechazar lo mediocre y tosco.

La literatura para niños no debe ser moralista, ni moralizante. La intención no es remachar con palabras, con una cantinela o con una moraleja. Un buen pasaje para niños no es el que le dice «esto debes y esto no debes hacer». Es en la presentación de la trama de un relato, en el encuentro directo con los personajes y las vivencias concretas, en el que el niño, por su propia cuenta, descubre los valores y los anti-valores.6

He aquí algunos principios generales que se toman en consideración para la traducción de la Biblia:

1.- Hay que considerar, en primer lugar, que la audiencia que se tiene en mente es especialmente niños de 5 a 12 años. Se considera también que padres y maestros, en muchos casos, leerán este material a los niños; por ello, la traducción deberá ser atractiva también para los adultos.

2.-En la traducción de las Escrituras para niños, el párrafo lleva precedencia a otras unidades menores. Es el párrafo completo el que da el significado que se va a verter del idioma fuente al idioma receptor.

3.-Al traducir para niños hay que tomar en consideración la diferencia entre lenguaje pasivo y lenguaje activo. El lenguaje activo es el que el niño utiliza al hablar o escribir. El lenguaje pasivo es el que el niño no usa normalmente pero sí lo entiende. En la traducción interesa más el lenguaje pasivo que el activo.

4.-En la traducción para niños no nos preocupamos por la cantidad de palabras, como si se necesitase abultar el texto para que se entienda mejor; interesa más la comunicación relevante. Como regla general, las oraciones no deben de tener más de dos cláusulas.

5.-En la traducción para niños es más importante el estilo y la sintaxis que el vocabulario. Interesa traducir en la estructura más sencilla y transparente que permite el lenguaje y el estilo literario de la pieza que se traduce. Sin embargo, al escoger las palabras se deben poner aquellas cuyo primer significado es el que comunique el sentido del texto. Por ello, se evitarán las generalizaciones y se usarán conceptos más concretos.

6.-Cada nuevo discurso directo abre un nuevo párrafo. De igual manera, se abre un nuevo párrafo cuando la narración hace un cambio en su dirección.

7.-En la traducción siempre es mejor seguir el orden cronológico de los hechos. Si aparece información parentética, lo indicado es mover esa información al final del pensamiento.

8.-Al estructurar la historia o relato hay que tomar en consideración lo siguiente:

8.1. -La causa precede al efecto

8.2.-La vieja información precede a la nueva

8.3.-Considerar cuál de los personajes está en primer plano y cuál en segundo, tercero, etc. Generalmente, el personaje que aparece en primer plano es de quien ya se tiene información (ya se conoce). Es en relación a él/ella que los personajes que están en otros planos se definen. Para mover a un personaje de segundo a primer plano, se inicia un párrafo nuevo.

  1. -¿Cuando se traduce material narrativo (el relato de una historia), se sigue el principio «¿cuál esel cuadro? («What is the picture?»).7 El principio se explica en el siguiente párrafo:

El traductor analiza la historia por medio de escenas; es decir, formándose cuadros mentales de la historia y poniéndolos en palabras. El traductor deberá prestar atención a las escenas faltantes, a los cuadros «borrosos» y a aquellos que están fuera de lugar, para así obtener la «pintura completa».

Los estudios de pedagogos y psicólogos, especialmente el del psiquiatra Robert Coles,8 muestran que los niños desarrollan sus conceptos teológicos de acuerdo a su experiencia religiosa, acorde con su edad. Su edad no es ni debe ser impedimento para que los niños se introduzcan en la profundidad del mensaje bíblico. El asunto no es la incapacidad de profundizar en el conocimiento de la Palabra, sino la falta de métodos adecuados para ayudar al niño a entender a cabalidad el mensaje de la Escritura.

Por ello, en nuestra tarea de traducción de la Biblia, el trabajo se realiza en constante diálogo con los niños. El diálogo no sólo gira en torno a la comprensión de la traducción y de los ejercicios. Debe darse sobre todo como diálogo teológico ¿Qué imagen tienen los niños de Dios, de Jesucristo? ¿Cómo definen la oración? Porque es desde allí que se debe partir para la elección de pasajes bíblicos para niños y de los ejercicios exegéticos que los acompañarán. Por supuesto que este diálogo teológico no tiene como única meta una mejor traducción y enseñanza infantil. El diálogo teológico con los niños debe fomentarse a todo nivel de la vida de la iglesia. Los estudios bíblicos se enriquecen más cuando los niños no responden únicamente a preguntas, sino también las hacen. La predicación sería más rica si los niños se unen al predicador en la tarea homilética.

Hacia una pastoral de la infancia

En un espacio apretado, pero elocuente, el evangelista Lucas nos da un retrato de Jesús como niño (Lucas2.52):

  • crecía en estatura (lo físico);
  • crecía en el conocimiento (el intelecto);
  • crecía en su relación con Dios (lo espiritual); y
  • crecía en su relación con las personas (lo social y comunitario).

Si tomamos a Jesús como modelo de ser humano, será necesario concluir que la evangelización bíblica y verdadera es la que desafía a todo hombre y mujer a una vida plena en el Señor. Se evangeliza a todo el ser humano; no sólo a su «alma» o entidad espiritual. Jesús sanó enfermedades que distorsionaban el físico, el intelecto, el aspecto religioso y lo social. Jesús sanó a cojos, ciegos y sordos. También sanó a dementes. Sanó a leprosos, dándoles acceso a formar parte de la sociedad normal. Perdonó el pecado de publicanos y prostitutas y les abrió el caminó para vivir como hijos de Dios.

 

Una evangelización completa se propondrá no nada más a formar al niño en la piedad y devoción, sino también en el logro de un cuerpo sano, una mente educada y relaciones humanas saludables. Hemos enseñado a nuestro hijo que no sólo sea piadoso y espiritual en los aspectos litúrgicos y rituales de la vida cristiana, sino también en sus estudios, en el juego, en lo que come y en su conducta con los demás. Nuestro hijo de diez años sabe que la espiritualidad no sólo abarca la oración y la reflexión bíblica. En ella están involucrados la disciplina del hogar y la escuela, su manera de hablar y conducirse entre sus amigos, y el respeto hacia los otros. Con lo anterior, la evangelización necesita recobrar la dimensión de la imagen de Dios en el ser humano. La evangelización verdaderamente bíblica reconoce que cada individuo es único e irrepetible. Por ello, al evangelizar se debe respetar la individualidad de la imagen de Dios en cada persona y ayudar le a desarrollar esa imagen en toda su magnitud. En este sentido, padres, maestros y pastores, buscarán la evangelización del niño para la libertad y la realización de su individualidad. En su obra El profeta, Gibrán Jalil Gibrán dice lo siguiente sobre los niños:

Una mujer que llevaba a su hijo sobre el pecho, dijo:

–Háblanos de los niños.

Y él contestó:

–Vuestros hijos no son vuestros. Son hijos del anhelo de la vida. Son concebidos a través vuestro, mas no de vosotros, y no obstante vivir juntos, no os pertenecen. Podéis darles vuestro amor, mas no vuestros pensamientos. Porque ellos tienen los suyos. Podéis albergar sus cuerpos, mas no sus almas. Porque éstas habitan en la casa del mañana, que no podréis visitar ni siquiera ensueños.

«Podréis pretender ser como ellos, mas no oséis hacerlos como vosotros. Porque la vida no retrocede ni se detiene con el ayer. Sois el arco del cual vuestros hijos son disparados cual flechas vivientes. El Arquero mira al blanco sobre el camino del infinito, y os dobla con Su fuerza de manera que las flechas puedan volar rápidas y distantes. Dejad que vuestro encorvamiento en la mano del Arquero sea por placer: por que así como ama la saeta voladora, así ama también el arco que está tenso».9

Cuán difícil se nos hace a mi esposa y a mí educar en el Señor a nuestro hijo, evitando compararlo con nosotros. A menudo tenemos que cerrar la boca a media palabra o frase porque hemos querido decirle: «Cuando yo era niño/a nunca hice esto…»

La pastoral de la infancia y la evangelización integral necesitan tomar en consideración también el elemento lúdico de la vida. Tan pronto pasemos al contexto del juego, los adultos tenemos que ceder el liderazgo a los niños y dejarnos enseñar por ellos. En la vida de la iglesia el espacio para el juego, para lo lúdico, no sólo debe ubicarse en el momento «social», sino que debe encontrar amplia cabida en la liturgia, en la teología y la educación.

En su libro La teología como juego, Rubem Alves tiene varios párrafos que iluminan lo que quiero decir sobre los niños como sujeto del quehacer teológico. Al hablar del teólogo, Alves dice:

Para hablar [el teólogo] tiene que abandonar la compañía de los que aprendieron a ver y hablar según manda la educación y el buen sentido, viéndose forzado a procurarla compañía de los bufones, de los niños, siempre unidos por la risa y la irreverencia.

El teólogo vive en compañía de los niños y los bufones, pues ellos saben que el entretenimiento y la risa son cosa seria, que quiebran hechizos y exorcizan la realidad. Octavio Paz entendió muy bien esto: «Los verdaderos sabios no tienen otra misión que la de hacernos reír por medio de sus pensamientos y de hacernos pensar contándonos sus chistes». A lo que el teólogo agrega «Amén». Y es «que todas las cosas se hacen nuevas, las viejas desaparecen» (2Co. 5.17); los ojos comienzan a ver lo que los otros no ven. Pero es necesario decir esto en voz baja.

Quien ve cosas que otros no ven y no ve cosas que los otros ven, corre el riesgo de ser encerrado en un hospicio, tal como las personas normales (cuyos nombres se perdieron) hicieron con Niesztche y Van Gogh. Los mayores piensan que los niños y los bufones son personajes curiosos y divertidos dentrode su mundo, sólido y firme. Mal saben ellos que los niños y los bufones son peligrosos subversivos que anuncian nuevos mundos con surisa.10

¡Pero, en qué ayuda el niño al adulto en el quehacer teológico? Rubem Alves responde:

¿Qué es un niño?Parece que el mito de su inocencia y pureza murió hace mucho tiempo. Freud fue el sepulturero. Ejemplos de amor tampoco son. Su narcisismo es por demás evidente: sólo se ven a sí mismos. Si hay algo que les es característico es su capacidad de jugar. En el mundo del juego las estructuras no se transforman nunca en ley. Cada nuevo día se presenta como un espacio libre, que permite que todo comience de nuevo, como si nada hubiera pasado…

El juego se convierte en una denuncia de la lógica del mundo adulto. Los niños se niegan a aceptar el veredicto del «principio de realidad». Separan un espacio y un tiempo y tratan de organizarlos según los principios de la omnipotencia del deseo. Y allá se mueve un grupo de niños, en medio del mundo adulto, como una protesta contra él… ¿Será algo semejante a esto lo que Jesús tenía en mente, al hablar de la necesidad de que nos volvamos niños? Los niños no se conforman con este mundo… No es posible que la seriedad y la crueldad adulta sea lo más importante que la vida puede ofrecernos… El mundo puede ser diferente. Y, en el juego, esta cosa nueva se ofrece como aperitivo.11

La evangelización integral busca también la formación de los niños en la no-violencia. En un mundo violento, la iglesia necesita ejercer una pastoral que contrarreste la fuerza destructiva de la sociedad en que vivimos. El niño evangelizado deberá crecer en un ambiente donde no sea ni sujeto ni objeto de violencia. Los juegos y juguetes, la educación y profesión, las opciones éticas y políticas, todas deben darse en el espíritu de las bienaventuranzas: «Felices los que crean la paz…» En todo ello, los padres deben dar directrices, pero no imponer modelos de conducta y de vida. Dicen Bob y Janet Aldridge:

En la medida que los hijos crecen y se hacen adultos, generalmente adoptarán los valores que nosotros los padres realmente vivimos, muy a pesar de cuánto vocalicemos lo opuesto.

Permitir que la joven generación llegue a su propio andamiaje de valores es en sí mismo una forma de inculcar la no-violencia; mientras que la imposición vendría a ser una forma de coerción violenta. Cuando reconocemos que los jóvenes tienen la habilidad de tomar buenas decisiones, estamos enseñándoles a considerar y respetar a los demás.12

Estas reflexiones nos llevan a concluir con la idea de que una evangelización integral y una pastoral verdaderamente bíblica tienen como meta la formación del niño en el amor. Saint-Exupéry, el autor de El principito, nos ha dejado acaso la mejor definición humana del amor: «Quizá el amor sea el proceso de dirigir al otro gentilmente hacia él mismo.»13Cuánto cuesta lograr esto! Pero eso es precisamente lo que Dios quiere. El verdadero encuentro con Dios no se puede dar sin el encuentro con uno mismo. Para poder seguir a Jesús y cargar la cruz es necesario que el discípulo se niegue a sí mismo. Y esto no puede suceder si el discípulo no se ha encontrado primero a sí mismo. Jesús no permitió que el diablo, ni Pedro, definieran de acuerdo con ellos qué era lo correcto para él. Fue Jesús, en la intimidad con el Padre y en el encuentra con su propia vocación, quien caminó por sí mismo la senda de la cruz y logró la salvación de los demás. El camino a la cruz fue el grito de libertad de Jesús frente a todos los demás. Nadie, ni siquiera sus padres pudieron detenerlo.

Nuestro ministerio paternal y nuestra pastoral familiardeberán prepararnos para formar hijos que de cara a Dios y frente a sí mismos puedan decidir su camino de servicio. Nuestra mayor satisfacción será escuchar en los labios de ellos: «Mis padres me condujeron a encontrarme a mi mismo y me abrieron así el camino hacia Dios».

En este contexto, me parecen muy instructivas las tres parábolas que aparecen citadas en el libro Seven Things Children Need:14 Tomé la mano de un pequeño entre la mía. Él y yo íbamos a caminar juntos por un buen tiempo. Yo debía conducirlo hasta el Padre. Sentí que la tarea me abrumaba; la responsabilidad era tremenda. Por ello me preocupé de hablarle al niño sólo acerca del Padre. Le describí el rostro severo del Padre, para infundirle respeto. Caminamos bajo los grandes árboles. Y dije: «el Padre tiene poder para arrojar sobre ellos relámpagos y destrozarlos de un solo golpe.» Caminamos bajo los rayos del sol. Y le dije: «el Padre es tan grande e inmenso que fue capaz de hacer al sol que todo lo quema y consume.

Un día, al caer la noche, llegamos a donde estaba el Padre. El pequeño se escondió detrás de mí; estaba aterrorizado. No quería mirar a ese rostro tan amable. El pequeño recordaba la descripción que le hice. No se atrevía a colocar su pequeña mano en la del Padre. Yo permanecí entre el pequeño y el Padre. Empecé a reflexionar: «fui tan serio; tan concienzudo.»

* * *

Tomé la mano de un pequeño entre la mía. Yo debía conducirlo hasta el Padre. Me sentí abrumado por la multitud de cosas que necesitaba enseñarle. Nunca vagamos sin rumbo por el camino. Nos dirigimos a prisa de un lugar a otro. Un momento comparamos las hojas de diferentes árboles; en otro, examinamos el nido de un pájaro. Mientras que el pequeño me hacía preguntas sobre el nido, yo lo jalaba para alcanzar una mariposa. Cuando empezaba a cabecear, yo lo despertaba; no quería que el pequeño se perdiera de nada. Deseaba que el pequeño viera todo. Siempre hablamos del Padre, pero rápido. Vertí en sus oídos todas las historias que debía conocer; pero con muchas interrupciones. A cada soplo del viento, habría que hablar de el; al salir las estrellas, a explicar su porqué; y al mirar un arroyo, a seguir su curso.

Una noche, por fin, nos encontramos con el Padre. El pequeño apenas pudo echarle una mirada. El Padre le tendió la mano, pero el niño no pudo tomarla. Las rojas mejillas le quemaban. Cayó exhausto al suelo y se quedó dormido. Permanecí, otra vez, entre el Padre y el pequeño. Reflexioné ¡Quise enseñarle tantas, pero tantas cosas!

***

Tomé la mano de un pequeño para conducirlo al Padre. Mi corazón se llenó de gratitud por tan gozoso privilegio. Caminamos pausadamente. Acomodé mis pasos a los pequeños pasos del niño. Hablamos de las cosas que captaron la atención del chico. Algunas veces, fue una de las aves del Padre. Observamos cómo construyó su nido y contemplamos cómo depositaba los huevos. Tiempo después, miramos maravillados la ternura con la que cuidaba a sus polluelos.

Otras veces, recogimos una de las flores del Padre. Palpamos sus delicados pétalos y nos extasiamos con sus colores brillantes. A menudo hablamos de las historias del Padre. Yo se las conté al pequeño y él me las relató a mí. Hablamos de ellas una y otra vez. Algunas veces, nos detuvimos a descansar recostados a la sombra de los árboles del Padre, en silencio y sintiendo en el rostro la brisa fresca del Padre. Una tarde, finalmente, nos encontramos con el Padre. Los ojos del pequeño se encendieron. Levantó el rostro y miró a la cara del Padre, lleno de amor, de confianza y de entusiasmo. Colocó sus manitas en las del padre. Por un momento fui olvidado. Me sentí satisfecho.

Notas:

1.(Salamanca: Ediciones Sígueme, 1969), pp.21-23.

2. Benedict T. Viviano, «The Gospel According to Matthew», The New Jerome Biblical Commentary (Englewood Cliffs: Prentice Hall, 1990), p.646.

3.El juego del juego(México: Fondo de cultura económica, 1982), p.23.

4. En el libro que se publicará sobre Pastoral de la infancia, este pasaje aparecerá acompañado de ilustraciones y ayudas pedagógicas. Servirá como ejemplo del método exegético para niños.

5. En los pasajes traducidos para niños, los asteriscos dirigen al niño a la lista de palabras y frases que está al final del cuaderno o libro. En esa lista se explican con más detalle esas palabras y frases importantes.

6 Para la sección anterior me serví de las dos siguientes obras: Margarita Dobles Rodríguez, Literatura Infantil (San José: EUNED, 1983), pp. 21-36; María Pérez Y glesias, «Literatura infantil», Káñina: revista Artes y Letras(Universidad de Costa Rica), Vol IX (1985), pp.111-116.

7. Daniel Arichea, «What is the Picture?», The Bible Translator, Oct., 1980, pp. 424 ss.

8. The Spiritual Life of Children(Boston: Houghton Mifflin Company, 1990)357 pp.

9.Obras selectas de Gibrán Jalil Gibrán(México: Editorial del Valle de México, S.A., 1976), p.200.

10. (Buenos Aires: Asociación Ediciones La Aurora, 1982), pp. 116-117.

11. Idem, pp.130,141,142.

12 Children and Nonviolence(Pasadena: Hope Publishing House, 1987), p.84

13 Citado por Leo Buscaglia en el libro Vivir, amar y aprender(México: Editorial Diana, 1985), p.29.

14. De John M Drescher (Scottdale, Pensylvania: Herald Press, 1976), pp.131-133. La obra en castellano se llama Siete necesidades básicas del niño, El Paso: Editorial Mundo Hispano, 1983, pp.105-107. La cita en el trabajo se basa en la obra original.

—————————————————————————————————————————————–El Autor: Dr. Edesio Sánchez Cetina. Mexicano. Licenciado en teología del Seminario Bíblico Latinoamericano (SBL, Costa Rica) y en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, Doctor en Antiguo Testamento en el Seminario Presbiteriano Unión, de Richmond, Virginia, con una tesis sobre el libro de Deuteronomio que, a la postre, se convertiría en su especialidad.

 

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